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Isidoro: Un modelo a seguir

21/Ago 2020
Isidoro: Un modelo a seguir

ISIDORO: UN MODELO A SEGUIR

Por una entrañable y tímida sonrisa dibujada en su rostro de tez afrodescendiente, es fácil reconocer a Isidoro Ríos Caicedo, un hombre creyente de Dios, alegre, servicial, sencillo y de pocas palabras que se ha ganado el cariño de varias personas en la regional Cundinamarca.

Hablar de Isidoro es sinónimo de resiliencia y gallardía; su historia parece un símil de muchos colombianos que han tenido luchas incansables contra circunstancias que opacan la realidad de un país lleno de gente maravillosa y trabajadora.

Siendo muy niño, a la edad de 4 años, Isidoro quedó huérfano de padre y madre, razón por la que fue criado por su abuela, una mujer a quien el define como “su mamá increíble”, pues le ayudó a subsanar sus heridas del alma, su desnutrición y enfermedades que a tan corta edad lo aquejaban. Y fue con el apoyo de ella, y la gracia de Dios, que este hombre oriundo de la vereda Piña Salada (Tumaco, Nariño) emprendió una lucha de vida en la que día a día hacía caso omiso a lo ilícito, la violencia y todo aquello que le hiciera daño a los demás. Ya en su juventud, se incorporó al Ejército Nacional de Colombia, donde tuvo la posibilidad de aprender varios oficios, entre ellos deportes y la mecánica automotriz, que sería la competencia que le marcaría el camino por el resto de su vida.

Gracias a su buen comportamiento, fue encomendado como integrante de la escolta militar del PAPA JUAN PABLO II en la visita que realizó a Popayán y Silvia, Cauca en 1986, oportunidad que le permitió tener muy cerca al máximo representante de la Iglesia Católica de la época; para Isidoro, haber interactuado con el Santo Padre, significó un mensaje de Dios que le indicaba que su camino de rectitud era infalible y debía continuar para siempre.

Finalizado su proceso en el Ejército, continuó por un corto tiempo como boxeador, oficio que lo motivó a trasladarse a la ciudad de Bogotá en el año 1988 en búsqueda de mejores oportunidades de vida, pero su ideal de no lastimar a los demás (ni siquiera en deportes), lo alejaron del ring y lo acercaron más a los motores y los pistones. Fue para entonces que conoció a la mujer que sería su esposa y con quien formaría una familia: Amanda, la luz de sus ojos; noble, pero con carácter, capaz de motivar a Isidoro en sus proyectos y metas.

Desde entonces, su proyecto de vida se radicó en Bogotá, dando paso a una nueva fase de su vida al servicio del mundo empresarial en la que desarrolló por completo sus habilidades como mecánico. En el año 2019, ingresa a la empresa Interaseo, tras 22 años de experiencia como mecánico en otros lugares que le dieron conocimientos y capacidades suficientes para convertirse en un integrante de Interequipos, donde ejecuta labores de llantería, latonería y pintura.

A sol de hoy, Isidoro ha logrado sacar adelante a su esposa, sus 3 hijos y sus 2 nietas; ya adquirió una motocicleta y vivienda propia; incluso, le es factible apoyar económicamente a su familia en Tumaco, Nariño y vive feliz. Para él es satisfactorio estar de la mano de Dios, con salud y trabajo. Valora la puntualidad y todo aquello que se pueda hacer para ayudar a los demás. Admira y respeta a sus líderes William Mendivelso (Coordinador Interequipos Cundinamarca) y José Ricardo Trujillo (Gerente Regional Cundinamarca) a quienes considera “hombres brillantes y de bien”. Su alegría es contagiosa, su entusiasmo es evidente y su agradecimiento con el Grupo Interaseo es algo de lo que habla con frecuencia, pues atribuye a esta empresa la estabilidad que siempre había querido tener para vivir en paz con su familia.